Los tics son contracciones nerviosas involuntarias que pueden implicar cualquier grupo de músculos voluntarios y que resultan bastante comunes en la población general, sobre todo en momentos de crisis o gran estrés. En las primeras fases los tics pueden ser parcialmente controlados por la persona, periodo en el cual ésta se esfuerza en sobre manera para restringir estos movimientos pero posteriormente los tics suelen empeorar y se escapan del control consciente.
Existen los más diversos tics: el parpadeo del ojo y las más diversas muecas faciales son algunos de los más comunes pero también se encuentra el aleteo nasal, la apertura de la boca, empujar manos y piernas o sacudir la cabeza. Otra modalidad en la cual se manifiestan los tics es a través de la vocalidad; así, existen tics de tarareo, gruñidos, carraspeos de garganta, toser, inhalar o incluso de decir palabras, que son fácilmente reconocibles ya que salen de la boca de la persona de manera explosiva o de forma espástica.
Algunas personas muestran tics autolesivos como morderse los labios o la mejilla aunque en sentido general los tics más frecuentes son en el área de la cabeza, seguido por los brazos y manos, para después afectar el tronco o las extremidades inferiores pues realmente los tics del sistema respiratorio o vocales son más raros y suelen aparecer solo cuando la persona lleva varios años con otros tics motores.
De esta manera, puede comprenderse que existen tics simples o complejos. Los tics simples implican la contracción involuntaria de un músculo mientras que los tics complejos consisten en los movimientos musculares con algún objetivo, entre estos se encuentran el rasguñar, la masticación, el movimiento de lanzar algo, saltar o dar vueltas. En el caso de la vocalidad, un tic complejo es aquel que produce una palabra. El tic más complicado y preocupante es el trastorno de Tourette, al cual ya he hecho referencia en el artículo: “Cuando hablar es un problema” y que se muestra esencialmente en niños y adolescentes. En este caso en particular, el origen del trastorno es genético.
En sentido general, el resto de los tics que no tienen una causa genética, neurológica o debido a tratamientos farmacológicos, suele estar causados por una tensión extrema. En muchas ocasiones las personas que ya han tenido algún tic, bajo condiciones de estrés éste se vuelve a presentar aumentando paulatinamente su intensidad. No obstante, algunos especialistas afirman que más allá de la ansiedad y las situaciones particularmente estresantes del medio, las personas que tienen una personalidad acentuada con rasgos obsesivo-compulsivos, son más propensas a desarrollar los tics.
Así, los tics se han relacionado con comportamientos ritualistas, problemas para controlar los impulsos, deficiencias en el aprendizaje, trastorno por déficit de atención y dificultades en el ciclo sueño-vigilia.
De forma curiosa, los síntomas relacionados con los tics muestran cierta varianza según el periodo del año o del día. Por ejemplo, en el 40% de las personas los tics tienden a ser menos severos durante las mañanas mientras que en el 19% de las personas los tics son más leves durante los meses de verano.
Algunos de los tics más curiosos es la ecopraxia, el impulso a imitar las acciones de otras personas; en estos casos el afectado repite cada arrastre del pie, o camina detrás de alguien. Vale aclarar que en algunos niños este comportamiento puede observarse, pero son conductas imitativas, generalmente ostentadas por alguna persona a la cual aprecia mucho y que se encuentra en su ámbito de acción.
Otro de los tics curiosos y raros a nivel de incidencia poblacional es la palilalia, el impulso incontrolado de repetir sus propias palabras o pensamientos.
La buena noticia es que la mayoría de las personas que sufren tics nerviosos no necesitan tratamiento médico pues 2/3 partes de ellas remiten o tienen síntomas muy leves. No obstante, para 1/3 de las personas, los tics pueden disturbarlos en la consecución de sus actividades diarias por lo que deben recibir tratamiento, el más común es el medicamentoso aunque las técnicas cognitivo-conductuales y la relajación han demostrado su eficacia en el tratamiento de los tics.
Jennifer Delgado dice
En casos de tics, como norma general, el primer especialista a visitar siempre es un neurólogo. Una vez que este descarte cualquier problema, se pasa al psicólogo.