El esquizoide es el típico pariente ausente; es el que siempre falta a las comidas familiares, que no acude a los funerales, al que no se le ve en las fiestas del pueblo y trata de escabullirse en las fiestas de Navidad. Y claro, después la familia y amigos contestan de la misma forma: le dejan de lado. El problema, difícil de comprender, es que a la persona esquizoide el tener que pensar en actos públicos le supera, le sobrepasa: no es que no quiera ir, es que no puede.
El escritor checo Frank Kafka, de quien se dice que sufría este trastorno de personalidad, deja muy clara esta sensación en una carta que le escribió a su novia, con quien desea acabar la relación: «No puedo hacerte comprender, ni a ti ni a nadie, lo que pasa en mi interior ¿Cómo explicarte por qué me ocurre todo esto? Ni siquiera puedo explicármelo a mí mismo. Pero tampoco esto es lo principal, lo principal es muy claro: me es imposible vivir una vida humana entre los hombres«.
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